viernes, 5 de abril de 2013

Final de la República Romana

En Roma había una crisis social en la que la sociedad romana estaba acostumbrada a los pequeños y libres cultivadores que vendían los productos y generaban riqueza, pero al ir desapareciendo éstos, la sociedad empezó a confiar y a apoyarse cada vez más en los saqueos del exterior y en los esclavos del interior, que iban llegando a Roma en gran número y que se ocupaban de toda clase de trabajo y de manera gratuita, tanto en la ciudad como en el campo. El proletariado se iba corrompiendo poco a poco con la mediación del ocio y la retribución de subsidios. Esto supuso fuertes cambios producidos por los hermanos que llevaron a una serie de conflictos.
Los enfrentamientos entre los guardianes de las antiguas tradiciones romanas y los partidarios de las novedades venidas de Grecia volvieron a introducir a mediados del siglo II a.C. un clima de gran agitación en el interior de la ciudad, que cristalizó con el famoso conflicto de los Gracos que eran dos hermanos de ideas avanzadas que, como Tribunos de la Plebe y en defensa de sus intereses, reclamaban una reforma agraria: la distribución gratuita de tierras entre los ciudadanos más pobres de Roma, en perjuicio de los todo poderosos terratenientes. El mismo día en que acababa su mandato de Tribuno, el hermano mayor fue por los Tribunos de la plebe asesinado pero al hermano mayor lo asesinaron sin esperar a que terminara su mandato .


La muerte violenta de los Gracos dio comienzo al siglo I a.C., el más terrible y convulso de la Historia de Roma. Durante ese siglo, Roma se desangró en interminables Guerras Civiles, cuya causa era precisamente su poder y sus inmensos dominios. las instituciones Republicanas, que habían servido para gobernar la ciudad durante 500 años y la habían conducido a la conquista del Mediterráneo, eran insuficientes para administrar sus posesiones.
Los romanos habían dispuesto sus leyes para evitar que un solo hombre ostentara el poder absoluto, pero los generales romanos se habían vuelto demasiado poderosos. Apoyados en sus legiones y en los recursos de las provincias que gobernaban, pugnaban entre sí para hacerse con el poder en solitario. Primero Mario y Sila, después Julio César y Pompeyo, sumieron el Mediterráneo en un baño de sangre.


Al final de este periodo convulso destaca la figura gigantesca de Julio César: el hombre que, por fin, consiguió concentrar en su mano todos los poderes políticos de forma indefinida. Pero Roma, orgullosa de su tradición republicana, no estaba madura para semejante cambio, y Julio César fue asesinado por un nutrido grupo de senadores en el año 44 a.C.

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