martes, 18 de diciembre de 2012

La Muerte en Grecia





1.Explicación mitolóxica da morte:






En la mitología griega, Hades, el dios del inframundo, era un hijo de los Titanes Crono y Rea. Tenía tres hermanas, Deméter, Hestia y Hera, así como dos hermanos, Zeus (el menor de todos) y Poseidón. Juntos constituían los seis dioses olímpicos originales.
Tras hacerse adulto, Zeus logró obligar a su padre a que regurgitase a sus hermanos. Tras ser liberados, los seis jóvenes dioses, junto a los aliados que lograron reunir, desafiaron el poder de los dioses mayores en la Titanomaquia, una guerra divina. Zeus, Poseidón y Hades recibieron armas de los tres Cíclopes como ayuda para la guerra: Zeus los truenos, Poseidón el tridente y Hades un casco de invisibilidad. La noche anterior a la primera batalla, Hades se puso su casco y, siendo invisible, se infiltró en el campamento de los Titanes y destruyó sus armas.
La guerra duró diez años y terminó con la victoria de los dioses jóvenes. Tras esta victoria, según a un único pasaje famoso de la Ilíada,6 Hades y sus dos hermanos menores, Poseidón y Zeus, echaron a suertes 7 los reinos a gobernar. Zeus se quedó con el cielo, Poseidón con los mares y Hades recibió el inframundo,8 el reino invisible al que los muertos van tras dejar el mundo, así como todas las cosas bajo tierra.
Hades obtuvo su consorte definitiva y reina, Perséfone, mediante artimañas, en una historia que conectaba los antiguos misterios eleusinos con el panteón olímpico en un mito fundacional del reino de los muertos. Helios le dijo a la llorosa Deméter sobre Hades «que no es un indigno yerno el soberano de tantos, que es de tu misma semilla y sabes bien dónde vive y qué lote le tocó cuando se hizo el reparto entre los tres hermanos...»2
A pesar de las connotaciones modernas de la muerte como maldad, Hades tenía en realidad un carácter más altruista en la mitología. A menudo se lo retrataba más como pasivo que como malvado: su papel era a menudo mantener un relativo equilibrio.
Hades reinaba sobre los muertos, con la ayuda de otros sobre los que tenía completa autoridad. Prohibió estrictamente a sus súbditos abandonar sus dominios y se enfurecía bastante cuando alguien lo intentaba, o si alguien trataba de robar almas de su reino. Era igualmente terrible para quien intentaba engañar a la muerte o cruzarla, como Sísifo y Pirítoo descubrieron para su desgracia.
En los antiguos mitos griegos, el reino de Hades(dios del infierno) es la neblinosa y sombría morada de los muertos (también llamada Érebo), a la que iban todos los mortales. La filosofía griega posterior introdujo la idea de que los mortales eran juzgados tras su muerte y se los recompensaba o maldecía. Muy pocos mortales podían abandonar este reino una vez habían entrado: las excepciones, Hercules y Teseo, eran héroes. Incluso Odiseo en su nekyia3 llama a los espíritus de los difuntos, en lugar de descender hasta ellos.
Había varias secciones en el Hades, incluyendo el Elíseo, los Campos de Asfódelos y el Tártaro. Los mitógrafos griegos no son totalmente consistentes sobre la geografía del más allá. Un mito completamente opuesto sobre la otra vida concierne al Jardín de las Hespérides, con frecuencia identificado con las Islas de la Bendición, donde podían morar los héroes bendecidos.








2. La muerte en grecia:




 Para los griegos era un deber ineludible enterrar a los muertos, ya que las almas de los que no recibían sepultura ni rito funerario alguno estaban condenadas a vagar eternamente y a perseguir a sus parientes por haber descuidado el cumplimiento de los preceptos religiosos con los difuntos. Sin embargo, esta lincuentes ajusticiados.
El entierro de los difuntos era uno de los pilares fundamentales de las creencias familiares, ya que los espíritus de los antepasados eran una especie de divinidades a las que se debía rendir culto de forma periódica.
Al día siguiente, el difunto era llevado sobre los hombros de sus familiares o de los esclavos, o en un carro. Detrás iba la comitiva de familiares y amigos.
En el cementerio, situado generalmente al lado de los caminos que llevaban a las ciudades, el cuerpo podía ser inhumado o quemado en una pira. En este caso, las cenizas eran recogidas por un hijo o familiar y después se guardaban en una urna.
Cuando el cadáver era inhumado, el cuerpo se depositaba en un sarcófago de cerámica o de madera, o simplemente se enterraba sin sarcófago, sobre un lecho de hojas. Al lado del cuerpo del difunto se dejaba una cantidad considerable de cerámica y parte del ajuar que había pertenecido en vida al finado, para que pudiese continuar disfrutando de sus cosas después de muerto. A Continuación se ofrecían libaciones. Las tumbas eran recubiertas por un túmulo de tierra sobre el que solía ponerse uno de los siguientes monumentos: una estela, una columna, un vaso, etc. Los ricos levantaban en memoria de sus difuntos monumentos más suntuosos en forma de pequeños templos, con una inscripción que recordaba al difunto.
En muchos de los museos que conservan cerámica griega, puede verse un tipo de vasos, llamados lécitos, que, en un principio, servían para contener ungüentos y perfumes de todas clases. Estas lécitos, muchas con fondo de color blanco,  adoptaron una función exclusivamente funeraria. Las figuras en ellas representadas son también de carácter funerario: el muerto presentándose cerca de su tumba, simbolizada habitualmente por una columna, o despidiéndose melancólicamente de otra persona, o bien dos mujeres adornando una tumba con ofrendas funerarias.

La necrópolis (ciudad de los muertos) era un cementerio o lugar destinado a los enterramientos de los muertos. Las necrópolis fueron construidas por varias razones, a veces eminentemente religiosas, muchas culturas fundaron necrópolis en respuesta a la prohibición de practicar enterramientos dentro de los límites urbanos por eso estas se colocaban a las afueras de las ciudades.
Por lo general, los antiguos griegos no dejaban ajuares funerarios en las tumbas, excepto el óbolo para pagar a Caronte, el barquero del Hades, el inframundo griego, y cerámica; sin embargo, el epitaphios u oración funeraria, de donde proviene la palabra epitafio, era considerado de gran importancia y se realizaban sacrificios de animales. Quienes podían permitírselo erigían monumentos pétreos, que era una de las funciones de las estatuas kurós en la Época Arcaica antes del 500 a. C. Estas no fueron concebidas como retratos, pero durante el período helenístico, se introdujeron los retratos realistas de los difuntos y los grupos familiares fueron representados en bajorrelieve en los monumentos, usualmente, rodeados por un marco arquitectónico. A menudo, las paredes de las cámaras funerarias eran decoradas con frescos, aunque pocos ejemplos han sobrevivido en buenas condiciones como la Tumba del nadador del sur de Italia o las tumbas en Vergina en Macedonia. Casi los únicos retratos pintados sobrevivientes de la tradición clásica griega son aquellos encontrados en Egipto más que en Grecia. Los retratos de El Fayum, de fines del período clásico, eran rostros pintados, en un estilo grecorromano, adheridos a las momias.
Con frecuencia, los primeros entierros griegos fueron marcados por encima del suelo con un gran trozo de cerámica y los restos eran enterrados en urnas. La cerámica siguió siendo usada ampliamente al interior de tumbas y sepulturas a lo largo de todo el período clásico.El larnax es un pequeño sarcófago o cofre de cenizas, usualmente de terracota decorada. El lutróforo, un vaso de cerámica de dos asas, estaba asociado principalmente con las bodas, dado que fueron utilizados para cargar agua para el baño nupcial; sin embargo, también fueron colocados en las tumbas de solteros, "presuntamente para compensar de alguna manera por lo que se habían perdido en la vida". El lecito de una sola asa tenía muchos usos domésticos; pero, fuera de las casas, su uso principal era la decoración de tumbas. A menudo, eran pintadas en las tumbas escenas de un descenso al inframundo del Hades, con los difuntos representados al lado de Hermes, Caronte o ambos, aunque usualmente solo con Caronte.Frecuentemente, se han hallado pequeñas figurinas de cerámica, aunque es difícil determinar si estas fueron elaboradas especialmente para ubicarlas en tumbas; por ejemplo, no parece ser el caso de las figurinas de Tanagra helenísticas. Pero es más usual encontrar piezas de plata en la periferia del mundo griego, como en las tumbas reales macedonias de Vergina, o en las culturas colindantes, como la tracia o la escita.



Entonces, ponían las urnas que contenían las cenizas en casas particular
es y a veces en los mismos templos pero estos ejemplos al principio fueron raros no concediéndose esta distinción sino a los jefes de la administración y a los generales que habían defendido a la patria. El entierro en Grecia siempre estuvo en uso más que en toda otra parte teniendo aquellas gentes particular cuidado de llevar los cadáveres fuera de las poblaciones. Los pueblos de Sición, de Delos y de Megara, los tebanos, los macedonios, los moradores del Quersoneso y de casi toda la Grecia observaron la misma práctica.
Ligurgo fue el único que permitió las sepulturas dentro de las ciudades en los templos y en los lugares públicos en que el pueblo se congregaba. Pero los legisladores más famosos hicieron de aquella práctica un punto interesante en sus códigos.
Cécrope I quiso que los muertos fuesen llevados fuera de Atenas. Solón adoptó y restableció en todo su vigor este prudente reglamento de modo que hasta a finales de esta república no se halló en Atenas más que un corto número de personas enterradas dentro de la ciudad, cuya honorífica distinción solamente fue concedida a algunos héroes y aun en estos últimos tiempos del gobierno ateniense. Sófocles no encontró sepulcros en dicha ciudad. Servio Sulpicio Rufo en la época de finales de la República romana, no pudo conseguir que fuese enterrado en ella Marcelo. Platón en su República no permite que se detinen para sepultura las tierras aptas para el cultivo sino las arenosas, áridas e inútiles.
Las mismas leyes estuvieron en el mayor vigor en la Magna Grecia. Los cartagineses hallaron fuera de Siracusa sepulcros construidos por los moradores de esta ciudad. Lo mismo sucedió en Girgenti. Los tarentinos siguieron los mismos estilos pero habiendo en una ocasión consultado el oráuclo, éste les respondió que serían mucho más felices si cum publibus habitarent. El sentido verdadero era que activasen los medios de aumentar la población mas ellos creyeron que interpretaban bien el sentido del oráculo permitiendo enterrar los cadáveres dentro de la ciudad. Sin embargo, toda la doctrina religiosa y la religión griega se dirigían a observar las leyes que ordenaban llevar los cadáveres lejos de las habitaciones.